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Ricardo Vila ha contado que desde niño sentía pasión por el mundo de las aves. También amaba la edición; en su casa, hacía sus propios libros de historia, literatura o naturaleza, los pintaba y luego los encuadernaba con un mimo especial. Soñaba con libros para siempre, vestidos con sensibilidad, con elegancia y la pulcritud incipiente de quien aspira a la perfección. Estudió en la Escuela de Artes y soñó con dedicarse al dibujo, a la ilustración (continúa dibujando y tiene en mente un ambicioso libro de dibujos). Luego, el destino le hizo fotógrafo, escritor, editor... Ricardo Vila prepara sus libros con minuciosidad, los perfila con mimo desmedido, los trabaja a fondo, lleva sus diarios literarios y escribe una prosa entre poética y evocadora, que se ajuste al espíritu de sus fotografías. Lleva más de veinte años tomando imágenes de Naturaleza, principalmente de aves. Fruto de este trabajo han surgido sus libros: Siete Años con las Aves, Rural. Naturaleza en el Recuerdo, Viñas de Vida, Laberintos, El reino de las luces, Herencia Medieval, etc.
CON LOS PINCELES DE LA LUZ. Sabe que lo que hace no es fácil. En el paisaje hay un espigón de luces, un laberinto de formas y siluetas, y cuerpos que sangran y avanzan como centellas. Emplea una técnica depuradísima: la domina con una artesanía que no enmascara el talento ni la vibración íntima del corazón ante las cosas hermosas del campo. Se confiesa exigente, meticuloso y perfeccionista, y sabe que siempre hay un instante decisivo, un relámpago o un hilo de oro luminoso y exacto. Ya no revela, pero no le gusta retocar digitalmente las imágenes. Es severo y preciso con los enfoques, emplea fuelles de extensión, domina la técnica de los flashes rápidos y se mueve en velocidades casi inconcevibles, en fracciones de segundo del tipo 1/20.000 de sg: la luz invisible y rápida que taladra la sombra. Y lo hace cuando debe hacerlo. Los animales ante él están al desnudo. Dice que su trabajo le resulta estresante porque la luz tiene sus tiranías, sus segundos de plenitud huidiza, y debe captarlas entonces, cuando perfila una atmósfera ideal, una transparencia no usada sobre la tierra. Anton Castro, escritor y periodista, escribió esto de Ricardo Vila. Junio de 2003.
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