GEOMETRÍA (R.Vila)

Desde el aire, el viñedo es como la piel rayada de la tierra. Una epidermis plagada de dibujos geométricos. Líneas rectas, paralelas, oblicuas, sesgadas, inclinadas, torcidas y algunas veces curvas o rizadas. Entre ellas, porciones amarillentas en el cereal o terrosas en el campo yermo cubren como retales los pocos huecos que deja la viña. Todo contribuye a crear una corteza ordenada y a la vez un caos laberíntico. Hombre y Naturaleza se combinan y nace el arte de la geometría. Las formas y surcos que traza la máquina se fusionan con todos los colores posibles del otoño o con el verdor de la viña, siempre fiel a su compromiso de frondosidad, aún en los veranos más áridos.

FAUNA (J.Tomeo)

Todos las criaturas que vemos reunidas en estas páginas (el nervioso conejo de orejas enhiestas, la perdiz de patas rojas y canto vibrante, el negro estornino que vuela en bandadas, la siniestra lechuza de la que en otros tiempos se decía que presagiaba la muerte y se alimentaba con el aceite de los candiles, e incluso la mariposa de alas policromadas que se pasa el día visitando flores y alimentándose de su riquísimo néctar) comparten un hábitat común en el Somontano oscense. Hasta ahora, sin embargo, no tenemos noticias de que ninguna de ellas se haya aficionado al famoso vino de esta tierra.

FRÍO (Maldonado)

El hombre, desde su existencia, cuando era nómada, precisó para subsistir de la caza, la pesca, y la recogida de vegetales y, por tanto, siempre tuvo que mantener continua preocupación por el clima y, sobre todo, por los valores extremos del mismo, porque en ello le iba, nada más y nada menos, el ser o no ser. Esa preocupación se ha mantenido hasta nuestros días y se mantendrá siempre. No tenemos que irnos muy lejos y mirar tan sólo al invierno de 2001, en el que las fuertes y continuas heladas, sin precedentes en épocas recientes, arrasaron, literalmente, olivos, viñedos y otras muchas plantas. El clima, por ende, ha sido el eje fundamental de la cultura de la humanidad.

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